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En contra del mito asentado, España no fue neutral durante la Segunda Guerra Mundial. Al contrario, se convirtió en un escenario más del conflicto bélico con un papel decisivo para que los Aliados pudieran llevar a cabo su desembarco en el norte de África en 1942. Para ello, las comunicaciones españolas fueron interceptadas por ambos bandos, su producción controlada, sus medios de prensa fueron censurados, y en su territorio operaron centenares de espías. Franco sacó un gran rédito de hacer creer, falsamente, a los españoles que había librado al país de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, cuando, en realidad, fueron la diplomacia y el espionaje británico los que jugaron un papel esencial en el mantenimiento de la neutralidad española.
Entre 1776 y 1804, una secuencia de revoluciones sacudió las dos orillas del Atlántico. Primero la revolución americana, luego la francesa y poco después la haitiana. En la cronología elegida por el autor las tres tienen en común el hecho de haber configurado repúblicas en el marco global de las prácticas revolucionarias. En este contexto, yendo más allá del concepto mismo de revolución el presente libro configura una historia entrelazada de las tres repúblicas de finales del siglo xviii e inicios del xix. A lo largo del texto se puede ver cómo cada república fue fuertemente influida por las otras y cómo de tal interdependencia emergió una historia compartida que, sin embargo, las historiografías nacionales tradicionales se ocuparon de ocultar.
La experiencia política, social y cultural de la República de 1873 fue breve; sin embargo, la memoria y el imaginario construido en torno a ella durante las siguientes décadas fue extenso, contribuyendo así a la conformación de su propia historia. La presencia de este recuerdo se intensificó durante la Segunda República, debido, entre otras cosas, a la coincidencia en la forma de gobierno. El libro analiza la pluralidad de memorias que sobre la Primera República convivieron durante la Segunda y la forma compleja en la que se relacionaron, poniendo el foco de atención en la instrumentalización que se hizo del recuerdo de aquel episodio para definir posturas respecto a la democracia.
El 16 de junio de 1846, Giovanni Maria Mastai Ferretti fue elegido pontífice de la Iglesia católica. A partir de entonces y durante unos tres años, Pío IX asumió la apariencia de un papa liberal y defensor de los pueblos, solo para convertirse más tarde en el enemigo jurado del mundo moderno. Este libro —ganador en 2019 del Premio Opera Prima de la Sociedad Italiana para el Estudio de la Historia Contemporánea— se propone investigar lo que ha sido desechado por la historiografía como un breve y anómalo paréntesis en la historia italiana y europea. Devolver a esa historia su alcance internacional y su sentido más verdadero es el reto del presente volumen, que sigue las huellas de la figura imaginada de Pío IX a través de un heterogéneo abanico de fuentes archivísticas e impresas
Hijos del siglo pretende acercarse al xix español mediante el análisis de los referentes que, encarnados en las vivencias personales de una serie de varones de la época, constituyen la expresión de las aspiraciones y temores de un tiempo en transformación. La ambición política, el éxito económico, la respetabilidad como valor social, la ciencia como proyecto regenerador, la religión como arma o las relaciones personales como centro de las preocupaciones afectivas de los sujetos constituyen algunos de estos referentes. En definitiva, el libro analiza cómo los varones interiorizaron, negociaron o rechazaron estos valores a través de su actividad pública y de sus sentimientos privados.
Regionalismos y regeneracionismos enfrentados. Entre la energía unificadora y el impulso centrífugo (1875-1914) es un libro que plantea una nueva perspectiva sobre lo que significaron el surgimiento de los particularismos, nacionalismos subestatales y todo tipo de regeneracionismos en el contexto de la crisis de fin de siglo xix y principios del xx. Todos ellos sacudieron los pilares del imaginario centralista de España y dieron paso a diferentes proyectos y procesos de reforma política influenciados por movimientos regeneracionistas foráneos como, por ejemplo, el «progresismo» estadounidense. Sin embargo, las rivalidades corporativas, regionales, culturales o religiosas, entre otras, dinamitaron su potencial reformador del régimen del 76. Todo ello, en un contexto que se extiende hasta la Primera Guerra Mundial, entendida, en palabras de Lerroux, como una «revolución».